Archivo mensual: abril 2023

¡Que no!

Le dije que no. ¡Pues estaría bueno! Con lo que me costó traerla hasta aquí. Y el tío empeñado. Pues no pasas. Pues no paso.

Yo me puse a la cola como todos, aunque aquella fila me daba un poco de grima…, más que nada porque veía a la gente muy despistada y con mala cara, como de que les faltara tomar el sol o algo así, pero como aquí vienen de todos los sitios, pensé si serían de Finlandia o Groenlandia o por ahí, o rusos de Siberia.

La fila culebreaba a lo largo de un gran trecho y no paraba de aumentar. Al poco de llegar yo, ya se habían unidos otros cuarenta o cincuenta, y al rato casi ni se veía el final. Avanzaba a buen ritmo, pero con tanta gente, parecía despacio. Le pregunté al de delante, un grandullón con poco pelo y ojos claros, y me dijo que le parecía que sólo había uno con la barca para  pasar al otro lado y, claro, así íbamos a tardar una eternidad. “Hombre, por mí no tengo prisa, pero supongo que habrá quien se esté poniendo nervioso”, le contesté.

A la parte de abajo, se veía el río y un poco más a  la derecha la laguna por la que iba y venía la barcaza transportando la gente al otro lado, hasta los edificios que se silueteaban a lo lejos. Para ser un puerto fluvial, desarrollaba una gran actividad, con multitud de gente yendo y viniendo de un lado para otro. Y lo más sorprendente, todo en silencio.

No reconocía a nadie entre toda aquella gente. Y me extrañó, porque normalmente siempre hay alguien con quien pegar hebra y hacer el rato más corto. Parece mentira lo largo que se hace el tiempo cuando estás así, esperando y sin tener nada que hacer. Una vez,  cuando estudiante, me encontré en la estación de Medina del Campo aguardando al tren de Bilbao para ir a Salamanca, el que llamaban “de los portugueses”. De pronto avisaron que el tren se había detenido en la estación de Pozal de Gallinas por una incidencia técnica. Ya me dirás, en Pozal de Gallinas, que hay un apeadero donde nunca se sube ni baja nadie. Pero como se dice…: “entre Olmedo y Medina… Pozal de gallinas”. Pues eso, que se detuvo el tren allí y no sabían cuánto tardaría. ¿Qué se puede hacer en esos casos! Dije en alta voz en la sala: ¡A ver, que podíamos echar un mus! Se apuntaron doce, hasta hicimos torneo. Uno sacó un choricillo; otro, un pan; otro, unos pimientos, yo puse las cartas y la bota de vino. Acabamos cantando… Y llegó el tren

Pero aquí, en silencio y con esta humedad viscosa que hace que las ropas se te peguen a la piel como si fueran un sudario. Siempre he pensado que cuanto mejor trato se dé al cliente de cualquier cosa, el negocio irá mejor. Y no importa que se trate de un bar o una zapatería, el caso es que al final se nota. Pero aquí…, en fila, de pie, sin nadie que diga una palabra agradable… Poco a poco llegamos al embarcadero.

Allí aguardaba un tipo estrafalario vestido de manera muy rara. Le colgaba por todos los lados una especie de túnica deshilachada y más raída que los puños de un copista. Aquello no se había lavado nunca. Además, las aguas de esa laguna se veían más negras que el alma de un condenado. El tipo acababa de llegar con la barca, la había atracado en un muelle tan carcomido y viejo como su ropa y comenzaba a embarcar al personal. Eso sí, ponía la mano y cada uno le daba unas monedas o billetes, sin cambio, que él no lo daba ni la gente lo pedía. Me rasqué el bolsillo a ver cuánto llevaba y saqué uno de diez euros. Se lo tendí, lo cogió con una mano huesuda recorrida por venas verdes más gordas que los huesos. Y entonces me dijo: “y eso que llevas ahí también”. ¿El qué? Lo que llevas a la espalda. ¿Esto? ¡Ah, no! Ni de coña te doy yo mi bota de vino. Pues no pasas. Pues no paso.

Y aquí llevo sentado al borde de la Estigia desde hace ni me acuerdo, con el cenutrio este del Caronte empeñado en que hasta que no le dé la bota no me cruza. Le he ofrecido compartirla con él, pero no, la quiere toda. Y eso no. ¿Toda la eternidad vagando por el inframundo sin una alegría? Je, yo creo que la quiere para él, que pelos no tiene, pero tonto no es. Si al menos pudiese ponerme en contacto con Dionisos para que me echara un cable…

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